Maternidad y salud mental: por qué el autocuidado debe ser parte de la rutina diaria

La etapa materna suele estar acompañada de exigencias físicas y emocionales que pueden afectar el bienestar mental. Frente a esto, integrar hábitos de autocuidado en la vida cotidiana no es opcional, sino una necesidad.

Este tipo de prácticas ayuda a reducir el estrés, prevenir trastornos como la depresión posparto y mejorar la capacidad para tomar decisiones. Incorporar pausas breves durante el día, como leer algunos minutos, realizar una caminata corta o simplemente descansar sin interrupciones, puede tener un efecto positivo en el estado de ánimo.

Cuidarse también influye en el entorno familiar. Los hijos aprenden a reconocer la importancia de la salud emocional al observar a sus madres priorizar su bienestar. Esto refuerza valores como el respeto por los propios límites y la autoescucha.

Recuperar la identidad más allá del rol materno también es un aspecto clave. Actividades individuales, aunque breves, como escribir, pintar o simplemente estar en silencio, ayudan a mantener el equilibrio emocional y una conexión con los propios intereses.

Otra recomendación importante es repartir las responsabilidades. Contar con una red de apoyo, pedir ayuda o delegar tareas son acciones válidas y necesarias. La idea de que todo debe resolverse sin asistencia externa solo aumenta la carga mental.

El descanso de calidad también debe considerarse una prioridad. Dormir adecuadamente, evitar el uso excesivo de pantallas antes de acostarse y respetar los propios ritmos pueden marcar una diferencia significativa en el estado físico y emocional.

Por último, es fundamental reconocer que no existen estándares únicos sobre cómo ser madre. Validar las emociones propias y evitar la autocrítica permite desarrollar una relación más sana con uno mismo.

Fomentar el autocuidado en la maternidad es una estrategia efectiva para enfrentar sus retos sin descuidar la salud personal.