Se acabó el embrujo: Cruz Azul tumba al América y vuela a Semifinales
- guizarnoehmi
- 9 abr
- 2 Min. de lectura

El Clásico joven se volvió una noche mágica para Cruz Azul. Esa noche en el Estadio Olímpico Universitario se sintió como un respiro largamente esperado, como el rugido contenido de una afición que llevaba tiempo soñando con una victoria como esta. Y es que no todos los días eliminas a tu máximo rival en una competición internacional. Cruz Azul lo hizo y con categoría: venció 2-1 al América y se instaló en las Semifinales de la Concachampions.
Desde el arranque, La Máquina dejó en claro que no iba a especular. Al minuto 12, Ángel Sepúlveda —el "Cuate", como lo conocen— silenció a medio estadio con un gol que nadie vio venir tan pronto. Fue un golpe directo a la confianza de las Águilas, que de pronto se vieron desconcertadas mientras los de azul comenzaban a presionar sin miedo, como si esta vez la historia fuera a escribirse distinto.
Aunque Cruz Azul dominó el primer tiempo en intensidad, no logró ampliar la ventaja, y eso les dio vida a los de Coapa. Para la segunda mitad, América salió con una cara completamente distinta. En el 57’, el español Álvaro Fidalgo puso el empate con un disparo que levantó a todos de sus asientos. El estadio, teñido mayormente de amarillo, rugía como si fuera el Azteca. La presión se sentía en cada pase, en cada barrida, en cada grito desde las tribunas.
Hubo un detalle curioso que no pasó desapercibido: cada que Carlos Rotondi tocaba el balón, recibía ovaciones... tanto de los azulcremas como de los celestes. Una muestra de esas rarezas que solo el fútbol puede regalar, donde el respeto y la pasión conviven en la misma jugada.
Pero la noche tenía un héroe escrito en el libreto, y su nombre era Sepúlveda. Cuando el reloj marcaba el minuto 84, el delantero volvió a aparecer con un remate certero que selló el destino del encuentro. Segundo gol en su cuenta, segundo golpe letal para el América, y boleto directo para Cruz Azul a las Semifinales, donde ya los espera Tigres.
No fue una victoria más. Fue una declaración de poder, un rompimiento con los fantasmas del pasado y un mensaje para todos los que alguna vez dudaron. La Máquina está viva, su afición ilusionada, y el sueño de la Concachampions sigue más encendido que nunca.
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