
Donald Trump no perdió el tiempo. A solo dos semanas de volver a la Casa Blanca, el presidente de EE.UU. está listo para cumplir otra de sus promesas de campaña: imponer aranceles del 25 % a productos importados de México y Canadá, y del 10 % a los de China. Se espera que la medida entre en vigor el 1° de febrero y los efectos podrían sentirse en toda América del Norte.
Canadá y México son los mayores socios comerciales de Estados Unidos. En 2023, compraron bienes y servicios estadounidenses por 808 mil millones de dólares, pero también exportaron 1.01 billones a su vecino del norte. Con estos aranceles, el comercio se volverá más caro y complicado, y aunque Trump asegura que esto fortalecerá la manufactura estadounidense, los economistas advierten que lo más probable es que los precios suban y la economía se resienta.
México, ahora bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum, no planea quedarse de brazos cruzados. La presidenta ya advirtió que responderá con medidas similares, aunque prefiere mantener una postura diplomática. Por su parte, Canadá también evalúa represalias, incluyendo posibles restricciones a la exportación de petróleo y electricidad.
El golpe podría ser fuerte. Analistas del Instituto de Kiel estiman que el PIB de México y Canadá podría caer hasta un 4.1 % en un año si estos aranceles siguen adelante. Mientras tanto, EE.UU. también sufriría consecuencias: un estudio del Instituto Peterson calcula que su PIB sería 200 mil millones de dólares menor de lo esperado.
A pesar de todo, Trump no ha implementado los aranceles universales que amenazó durante su campaña, pero la incertidumbre sigue en el aire. ¿Habrá represalias? ¿Se verán afectadas industrias clave? ¿Podrían estos aranceles ser bloqueados en tribunales? El comercio en América del Norte está entrando en una nueva era de tensión, y los próximos meses serán clave para ver cómo termina este juego de presiones.
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