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Trump anuncia aranceles al tomate mexicano y pone a temblar a exportadores

  • guizarnoehmi
  • 15 abr
  • 2 Min. de lectura


El tomate mexicano, ese que probablemente has comido en una hamburguesa o en unos tacos al estilo gringo, está en el ojo del huracán. El gobierno del expresidente Donald Trump, quien busca volver a la Casa Blanca, acaba de anunciar que a partir del 14 de julio impondrá aranceles del 20.91% a las importaciones de tomate procedentes de México. Esto significa que los tomates mexicanos llegarán a Estados Unidos con un precio mucho más alto, lo que podría cambiar por completo el juego para los productores de ambos países.


La noticia fue confirmada por el Departamento de Comercio de Estados Unidos, liderado por Howard Lutnick, quien justificó la medida asegurando que así se garantizará una “competencia justa” para los agricultores estadounidenses. Pero detrás del argumento de “equilibrar el mercado” hay una historia larga de tensiones, acuerdos rotos y decisiones políticas que van mucho más allá de lo agrícola.


Todo esto nos lleva de regreso a 2019, durante la primera administración de Trump. En aquel entonces, ya se habían encendido las alarmas: su gobierno impulsó una estrategia para inspeccionar las importaciones de tomate mexicano, alegando que existían irregularidades comerciales. El riesgo de una guerra arancelaria estaba latente. Sin embargo, México y Estados Unidos lograron llegar a un acuerdo ese mismo año, evitando una investigación por supuestas prácticas de antidumping (es decir, vender por debajo del precio justo). Gracias a eso, se permitió que el tomate siguiera cruzando la frontera sin costos extra.


Ese convenio funcionó como una especie de tregua. Pero hoy, casi cinco años después, el gobierno de Trump ha decidido romper ese pacto. El golpe no es menor. En 2024, el tomate mexicano representaba el 55% del consumo total de este producto en Estados Unidos. Y no es cualquier exportación: el 98% de todo el tomate que México vende al exterior va directo a su vecino del norte. Así de estrecha es la relación comercial.


La nueva medida no solo amenaza con encarecer el tomate en supermercados y restaurantes estadounidenses, también podría desestabilizar a miles de productores en México que dependen de ese mercado. En pocas palabras, este no es solo un tema económico: es un reflejo de cómo las decisiones políticas pueden cambiar el rumbo de sectores enteros y afectar hasta lo que ponemos en el plato.


Falta ver cómo reaccionará el gobierno mexicano y si se buscará nuevamente una salida diplomática, como en 2019. Pero por ahora, el tomate está en el centro de una batalla que mezcla comercio, política y tensiones que no terminan de apagarse. Y lo peor: justo cuando el escenario electoral en Estados Unidos vuelve a poner a Trump bajo los reflectores.


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