Un estudio reciente publicado en la revista Science revela que evitar el consumo de azúcar en los primeros mil días de vida, desde la concepción hasta los dos años, puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar diabetes e hipertensión en la adultez. Este periodo de desarrollo temprano se considera crítico para la salud a largo plazo, y las dietas inadecuadas durante esta etapa pueden tener efectos duraderos en el organismo.
Resultados de un experimento histórico
La investigación, liderada por Tadeja Gracner de la Universidad del Sur de California, aprovechó el contexto histórico del racionamiento de azúcar en el Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial (1945-1953). Durante este periodo, la cantidad de azúcar disponible para embarazadas y niños pequeños se ajustó a niveles comparables con las recomendaciones dietéticas actuales. Al finalizar el racionamiento, el consumo de azúcar prácticamente se duplicó, lo que ofreció a los investigadores un caso único para evaluar sus efectos a largo plazo.
Utilizando datos del Biobanco del Reino Unido, el estudio mostró que las personas expuestas a niveles bajos de azúcar durante este periodo tenían un 35% menos de riesgo de desarrollar diabetes y un 20% menos de riesgo de hipertensión. Además, estas enfermedades se presentaron cuatro y dos años más tarde, respectivamente, en comparación con quienes estuvieron expuestos a mayores niveles de azúcar.
La importancia de la restricción temprana
El efecto protector fue más notable en aquellos que experimentaron restricciones tanto en el útero como después del nacimiento. Incluso, la exposición limitada al azúcar en el útero representó un tercio de la reducción del riesgo total. Los beneficios se ampliaron a partir de los seis meses de vida, coincidiendo con la introducción de alimentos sólidos, según los datos.
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