
Cuando bajan las temperaturas y nosotros nos arropamos con bufandas y chamarras, es fácil olvidar que nuestros amigos de cuatro patas también sienten el frío. Aunque algunos lo disimulan mejor que otros, las bajas temperaturas pueden afectar seriamente la salud de perros y gatos, especialmente a los más pequeños, mayores o aquellos con problemas de salud.
Los perros, que salen varias veces al día a pasear, están más expuestos al clima invernal. Pero no te dejes engañar por la actitud independiente de los gatos: aunque la mayoría vive dentro de casa, también son sensibles al frío, solo que, como buenos depredadores, no muestran debilidad tan fácilmente. De hecho, los mininos descienden de ancestros africanos y por eso buscan los rincones más cálidos para acurrucarse: la televisión, la computadora, hasta el microondas si los dejas. Sin embargo, los gatos callejeros están en verdadero peligro, ya que el frío extremo puede llevarlos a sufrir hipotermia.
En cuanto a los perros, no todas las razas la pasan igual en invierno. Razas como el Husky Siberiano, el Samoyedo o el Alaskan Malamute tienen una doble capa de pelo y están diseñados para soportar el frío, pero eso no los hace inmunes a problemas articulares si se exponen demasiado a la humedad. En cambio, los Beagles, Pastores Alemanes y otros de tamaño mediano o grande suelen resentir el frío y desarrollar artrosis con la edad. Además, cachorros y perros mayores son más vulnerables porque su cuerpo no regula bien la temperatura.
Así que, ¿cómo protegerlos en esta temporada? Lo primero es la alimentación. En invierno, el cuerpo necesita más energía para mantenerse caliente, y en los animales es igual. Suplementos con Omega 3, como los presentes en el salmón, ayudan a reforzar la piel y mejorar la protección contra el frío. También existen aceites y condroprotectores que fortalecen las articulaciones y pueden ser clave, sobre todo para perros propensos a problemas óseos.
Si las temperaturas bajan de los 15 grados, considera abrigar a tu perro con ropa especial. Eso sí, asegúrate de que sea cómoda y no limite su movilidad. También es fundamental que, después de cada paseo, lo seques bien si se mojó con lluvia o nieve. Y si duerme afuera, necesita un refugio bien aislado del frío y la humedad.
Ahora, hablemos de los riesgos más comunes del invierno. La hipotermia puede ser mortal y sus señales de alerta incluyen temblores, piel fría, letargo e incluso una respiración más lenta. También es común que las bajas temperaturas desencadenen problemas respiratorios como la "tos de las perreras" o neumonías, que pueden manifestarse con tos seca, secreción nasal y dificultad para respirar.

Las articulaciones también sufren en invierno, y si notas que tu perro o gato mayor se mueve con rigidez, cojea o simplemente está menos activo, puede ser un signo de artritis agravada por el frío. La piel tampoco se salva: la dermatitis por frío es una realidad, sobre todo cuando los animales pisan nieve o superficies húmedas. Esto puede causar grietas y descamación en las almohadillas de sus patas, por lo que es recomendable aplicar cremas protectoras y secar bien sus patas después de cada salida.
Y aunque suene contradictorio, la deshidratación es un problema en invierno. Al sentir menos calor, los animales tienden a beber menos agua, lo que puede provocar encías secas, piel menos elástica y letargo, sobre todo en los más viejitos o aquellos con enfermedades crónicas.
Finalmente, no te asustes si notas que tu mascota cambia de peso en invierno. Algunos animales reducen su actividad y ganan unos kilos, mientras que otros, especialmente los de poco pelo, pueden necesitar más calorías para mantener su temperatura corporal.
El frío puede ser un reto, pero con los cuidados adecuados, tu peludo pasará un invierno seguro y cómodo. Después de todo, ellos también merecen disfrutar de la temporada sin correr riesgos innecesarios.
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