
Los perros han sorprendido a la ciencia con su habilidad para regresar a casa incluso desde largas distancias, un fenómeno que parece sacado de una película pero tiene explicaciones basadas en la biología y el comportamiento animal. Casos como el de Georgia May, una perrita que recorrió 60 kilómetros tras huir en San Diego, o Bobbie, un collie que caminó más de 4,500 kilómetros en 1924, muestran que la realidad puede superar la ficción.
La capacidad de los perros para orientarse podría heredarse de su ancestro, el lobo gris, conocido por recorrer grandes territorios. Según Zazie Todd, autora especializada en comportamiento animal, los perros desarrollan mapas mentales de su entorno, donde los olores juegan un papel crucial. Con un sentido del olfato entre 10,000 y 100,000 veces más agudo que el de los humanos, los perros pueden rastrear desde enfermedades hasta explosivos, y por supuesto, encontrar su camino de regreso a casa.
Además del olfato, los perros también reconocen puntos de referencia mediante la vista y el oído, lo que les permite comparar su ubicación actual con lugares familiares. Investigaciones recientes incluso sugieren que algunos perros aprovechan el campo magnético de la Tierra para orientarse. En un estudio checo, 27 perros equipados con rastreadores GPS participaron en más de 600 pruebas en bosques desconocidos. Mientras que el 60% usó su sentido del olfato para volver, el 30% aplicó una estrategia llamada “carrera de la brújula”, que consiste en moverse inicialmente a lo largo del eje norte-sur antes de dirigirse a su guía.
Aunque no hay evidencia concluyente de que las señales magnéticas sean fundamentales, los científicos consideran esta teoría como la más plausible para explicar cómo los perros logran regresar más rápido que quienes solo usan el olfato. Sin embargo, estas habilidades naturales son menos comunes en la actualidad debido a que las razas modernas están criadas para vivir cerca de los humanos, limitando las oportunidades de desarrollar sus instintos de navegación.
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