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Más de 12 candidatos en Veracruz han renunciado por amenazas e inseguridad

  • guizarnoehmi
  • 14 abr
  • 3 Min. de lectura


A tan solo 20 días del arranque oficial de las campañas para renovar las 212 presidencias municipales de Veracruz, el clima político se tiñe de tensión, miedo y violencia. Más de una docena de aspirantes han renunciado a sus candidaturas por amenazas, dos han sido secuestrados y otros dos asesinados. Lo alarmante no solo es el número de agresiones, sino la forma en la que la autoridad estatal ha decidido responder: negando que haya focos rojos.


En medio de este panorama, la gobernadora del estado, Norma Rocío Nahle García, ha minimizado los hechos al declarar que solo tiene conocimiento de cinco solicitudes de seguridad, todas de Movimiento Ciudadano, y acusa que muchos están realizando “campañas de pánico”. Sin embargo, los datos y testimonios que han salido a la luz revelan una realidad mucho más grave, una donde el miedo ha reemplazado al discurso político y las amenazas pesan más que las propuestas.


Hasta este miércoles, el Organismo Público Local Electoral (OPLE) ha recibido ocho peticiones formales de seguridad por parte de candidatos de Movimiento Ciudadano. Marisol Delgadillo Morales, presidenta del consejo del OPLE, confirmó que estas solicitudes van en aumento, mientras varios de los aspirantes de ese partido han abandonado la contienda por temor a represalias. Luis Carbonell de la Hoz, dirigente estatal del partido, denunció que más de una decena de sus candidatos han sido amenazados, y al menos cinco ya tiraron la toalla.


Pero Movimiento Ciudadano no es el único afectado. El Partido del Trabajo también ha sido blanco de la violencia. El 8 de abril, José Hernández Cayetano, mejor conocido como “Juquilita”, fue secuestrado mientras realizaba una gira en la zona rural de Las Vigas de Ramírez. Fue liberado un día después, pero el mensaje ya estaba dado: hay regiones donde hacer campaña es jugarse la vida. A eso se suma la quema del vehículo del candidato Crispín Hernández Sánchez en Mixtla de Altamirano y la renuncia de Anell Acevedo en La Antigua, tras recibir amenazas directas contra ella y su familia.


Incluso Morena, el partido de la gobernadora, ha sufrido bajas. Elvia Merlín Castro se bajó de la contienda por la alcaldía de Cosoleacaque tras denunciar amenazas. Pero en lugar de ofrecerle respaldo, Nahle respondió que no presentó denuncia formal y pidió “ser serios”. No es un caso aislado. En febrero, Vicente Domínguez Aparicio, precandidato de Morena a la alcaldía de Cotaxtla, fue privado de la libertad y liberado días después. Carlos Ramsés Neri, también aspirante de Morena en Paso del Macho, fue secuestrado y hallado sin vida junto a su hermano.


En la otra trinchera, el PAN también ha tenido que ver a uno de los suyos renunciar. Iván López, candidato en Cosautlán de Carvajal, recibió amenazas, ataques en la casa de sus padres y vandalismo a su vehículo. Terminó por anunciar en redes sociales su retiro. El PAN, por su parte, dejó claro que respetará la decisión de sus aspirantes, pero denunció que la violencia ya no distingue colores ni siglas, sino que afecta a todos los ciudadanos.


Lo que antes era competencia política, hoy parece una carrera de supervivencia. Veracruz, con su historia de lucha política, se enfrenta a una elección donde la incertidumbre es protagonista. Y mientras partidos alzan la voz y candidatos claudican por miedo, desde el Palacio de Gobierno se insiste en que “todo está bien”, como si las amenazas fueran invento o exageración.


El dirigente estatal del PRI, Adolfo Márquez, no se anduvo con rodeos: aseguró que la delincuencia organizada ya está metida de lleno en el proceso electoral. Una declaración dura, pero acorde a la serie de hechos que han golpeado a los aspirantes de todos los partidos.


En este escenario, con violencia que va en aumento y autoridades que parecen voltear hacia otro lado, la pregunta que muchos se hacen es: ¿quién se atreverá a levantar la mano cuando el precio por hacerlo puede ser su vida?


La elección del próximo 1 de junio está cada vez más cerca. Pero antes de que los ciudadanos puedan ir a las urnas, parece que los candidatos deben sobrevivir a la campaña.


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