
El Golfo de México, una de las regiones más icónicas tanto por su riqueza natural como por su historia compartida entre varias naciones, tiene un nuevo nombre oficial en Estados Unidos: Golfo de América. Esta decisión fue anunciada por el Departamento del Interior en un comunicado titulado “Avanza la restauración de nombres históricos que honran la grandeza estadounidense”, como parte de las instrucciones del expresidente Donald Trump para resaltar el patrimonio estadounidense.
El cambio no es solo simbólico, ya que entidades como la Junta de Nombres Geográficos y gobiernos estatales, como el de Florida, comenzaron a implementar el término de inmediato. Por ejemplo, un aviso meteorológico reciente en Florida mencionaba que un sistema de bajas presiones avanzaba “a través del Golfo de América”. Según el comunicado oficial, el Golfo de América es presentado como un pilar de la historia económica y cultural de Estados Unidos, destacando su importancia en industrias como la pesca, la producción energética y el comercio marítimo.
Sin embargo, no todos están de acuerdo con este cambio. En México, la presidenta Claudia Sheinbaum dejó claro que este movimiento no afecta la denominación oficial en nuestro país, donde el cuerpo de agua mantendrá su nombre histórico. En redes sociales, la noticia generó un debate entre quienes critican la decisión como un intento de apropiación cultural y quienes ven en ella una reafirmación del nacionalismo estadounidense.
El anuncio incluyó otro ajuste histórico: el monte Denali, el pico más alto de América del Norte, volverá a llamarse monte McKinley, retomando un nombre impuesto hace más de un siglo en honor al expresidente William McKinley, quien nunca visitó Alaska. Este cambio revierte una decisión del gobierno de Barack Obama, que había restituido el nombre Denali en reconocimiento a las comunidades nativas.
Aunque estas modificaciones ya son oficiales en Estados Unidos, su impacto va más allá de la geografía. Para muchos, representan un choque entre la preservación histórica y los intereses políticos. Mientras tanto, en México y otros países de la región, el Golfo de México sigue siendo mucho más que un nombre: es un símbolo de conexión, cultura y vida.
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