
El virus Coxsackie, más conocido por causar la enfermedad de mano-pie-boca, ha ganado notoriedad en las escuelas y guarderías debido a su alta capacidad de contagio entre los niños, especialmente los menores de cinco años. Según el IMSS, este virus se propaga principalmente a través del contacto con secreciones respiratorias, saliva y superficies contaminadas, lo que lo convierte en una amenaza significativa en entornos donde los pequeños interactúan constantemente entre sí, como en los salones de clases y áreas de juegos.
Uno de los aspectos más complicados del Coxsackie es que puede transmitirse incluso antes de que aparezcan los síntomas visibles, lo que dificulta la prevención temprana en las escuelas. Entre los primeros signos de la enfermedad se encuentran fiebre, dolor de garganta y un malestar general, que luego evolucionan a dolorosas llagas en la boca y sarpullidos en las manos y pies. Aunque la enfermedad tiende a ser leve, puede causar incomodidad significativa y obligar a los niños a permanecer en casa durante varios días.

El IMSS y otras autoridades de salud han enfatizado la importancia de tomar medidas preventivas en los centros educativos, especialmente ahora que los brotes tienden a ocurrir con mayor frecuencia en otoño. Entre las recomendaciones clave están el lavado frecuente de manos, la desinfección de superficies compartidas y el uso individual de utensilios como vasos y cubiertos. También es fundamental que los niños que presenten síntomas se queden en casa hasta su total recuperación, para evitar que el virus se siga propagando en las aulas.
Aunque hasta el momento no hay una alerta epidemiológica oficial, los expertos han señalado la necesidad de estar atentos a los síntomas y actuar de inmediato para frenar cualquier brote. La clave está en la colaboración entre padres, maestros y personal de salud, quienes deben ser rápidos en identificar los primeros signos y tomar las medidas necesarias para proteger la salud de los niños y de toda la comunidad escolar.
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