El titán helado que desafía el cambio climático: A23a, el iceberg más grande del mundo, comienza su último viaje
- guizarnoehmi
- 16 dic 2024
- 2 Min. de lectura

Imagina una isla de hielo tres veces más grande que Nueva York, con una altura mayor a la del Empire State, moviéndose lentamente hacia aguas más cálidas. Suena como la trama de una película apocalíptica, pero es real. Se llama A23a, y es el iceberg más grande del mundo, una reliquia gélida que ahora enfrenta su destino en un océano cada vez más caliente.
Este coloso de 3,600 kilómetros cuadrados y un peso cercano al billón de toneladas estuvo varado por más de tres décadas en el lecho marino del mar de Weddell, en la Antártida. Pero en 2023, tras un largo letargo, comenzó a moverse y, recientemente, se liberó de un vórtice oceánico que lo mantenía contenido al norte de las Islas Orcadas del Sur. Ahora, el gigante está a la deriva y tomando rumbo hacia el Atlántico Sur, en lo que podría ser su último gran viaje.
Científicos del British Antarctic Survey (BAS) han estado siguiendo cada movimiento de este iceberg a través de imágenes satelitales, y aunque su lento desplazamiento puede parecer inofensivo, la realidad es mucho más preocupante. A23a está siendo desgastado por un enemigo invisible pero implacable: el cambio climático. El aire más cálido y las aguas superficiales cada vez menos frías están acelerando su derretimiento. Aunque su centro sigue intacto, los bordes comienzan a desmoronarse, creando una cuenta regresiva para su desaparición total.

El origen de este gigante se remonta a 1986, cuando se desprendió de la plataforma de hielo Filchner como parte de un iceberg aún mayor, llamado A23. Con el tiempo, este se fragmentó en pedazos, y A23a se convirtió en el más significativo de ellos. Ahora, a medida que se mueve hacia el norte, es arrastrado por la corriente circumpolar antártica y podría seguir la misma ruta que otros icebergs legendarios, atravesando el conocido "callejón de los icebergs". Este corredor, famoso por haber visto pasar al iceberg que hundió al Titanic, conduce al Atlántico Sur, donde las cálidas aguas subantárticas lo reducirán a pedazos cada vez más pequeños.
“Queremos entender cómo este movimiento afectará el ecosistema local y qué impacto tendrá a nivel global”, señala Andrew Meijers, oceanógrafo del BAS. Y es que el derretimiento de un iceberg de estas dimensiones no solo representa la pérdida de un gigante natural, sino también un cambio en el delicado equilibrio de las aguas polares y su biodiversidad.
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