
La historia de Fátima Mayté Zavala, una niña de 13 años que fue arrojada desde el tercer piso de su escuela en Iztapalapa, Ciudad de México, ha conmocionado al país y encendido una urgente discusión sobre el bullying en las aulas. La joven, que hoy lucha por su vida en un hospital tras sufrir múltiples lesiones y recibir al menos cuatro transfusiones de sangre, fue víctima de agresiones debido a sus gustos musicales, específicamente su afición al K-pop y la cultura coreana.
De acuerdo con testimonios, una compañera de clase fue quien empujó a Fátima desde el tercer piso de la secundaria diurna 236, ubicada cerca de la calzada Ignacio Zaragoza y la estación Tepalcates del Metro. Detrás de este acto, según su familia, hay una historia de acoso escolar que fue ignorada a pesar de las múltiples denuncias presentadas por sus padres ante las autoridades escolares.
Juan Zavala Peña, padre de Fátima, relató a la periodista Paola Rojas cómo, en reiteradas ocasiones, buscó al director de la secundaria para advertir sobre las agresiones que su hija sufría. Las respuestas fueron evasivas: lo canalizaban con el subdirector o con trabajadores sociales que, lejos de detener el acoso, permitieron que continuara. "No me hicieron caso", denunció el padre, quien además enfrenta problemas visuales que dificultan aún más la situación.
El día del ataque, la escuela notificó a la madre de Fátima que su hija había "caído". Al llegar al hospital, fueron acompañados por el director, pero después quedaron completamente abandonados por la institución, sin recibir apoyo para el tratamiento médico que hoy mantiene a la adolescente en estado delicado.
La indignación creció cuando la primera voz en manifestarse públicamente no fue la Secretaría de Educación Pública (SEP) ni las autoridades locales, sino la Embajada de Corea del Sur en México. A través de un comunicado, la representación diplomática condenó el ataque y reiteró que el K-pop promueve la diversidad, inclusión y el sano esparcimiento.
"Reprobamos cualquier agresión física, verbal, psicológica o cibernética que jóvenes sufran por sus aficiones a Corea", expresó la embajada, haciendo un llamado a unir esfuerzos para erradicar el bullying y las conductas discriminatorias derivadas de prejuicios.
La comunidad seguidora del K-pop no tardó en movilizarse. Diversos grupos de fans, especialmente aquellos vinculados a BTS, alzaron la voz para mostrar su apoyo a Fátima y su familia, además de exigir justicia y una respuesta efectiva de las autoridades. "Como fanbase de BTS, alzamos la voz por Fátima. Nos unimos para decirle al mundo que los prejuicios, la intolerancia y la violencia no tienen cabida en nuestra sociedad", expresó uno de los grupos más activos en México.

Incluso, decenas de personas han contactado a la Embajada de Corea para buscar formas de apoyar económicamente a la familia de Fátima. La periodista Kena Uribe, quien ha seguido el caso de cerca, dio a conocer que hay una persona dispuesta a canalizar las ayudas y que cualquier interesado puede contactarla a través de sus redes sociales.
Mientras la sociedad se organiza para ayudar, las autoridades educativas y gubernamentales han tardado en responder. La SEP, encargada de garantizar la seguridad en las escuelas, ha guardado silencio ante un caso que evidencia las fallas en los protocolos de atención al bullying. La familia de Fátima, que enfrenta una situación económica complicada, espera apoyo oficial para solventar los gastos médicos y, sobre todo, para que se garantice justicia.
Este caso ha desnudado una realidad alarmante: el bullying sigue siendo un problema desatendido en muchas escuelas mexicanas. La indiferencia institucional permite que las agresiones escalen hasta niveles inimaginables, como el que hoy mantiene a Fátima luchando por su vida.
La pregunta que queda en el aire es: ¿cuántos casos más se necesitarán para que la prevención y atención del acoso escolar sea una prioridad real en el país?
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