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Crisis de sargazo en 2025: México se prepara para enfrentar una de las mayores invasiones de algas

  • guizarnoehmi
  • 12 jun
  • 4 Min. de lectura

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) emitió una advertencia urgente: el volumen de sargazo que podría arribar a las playas del Caribe mexicano en 2025 podría superar todos los registros previos. De acuerdo con datos recientes, la masa de esta alga que actualmente se acumula en la zona tropical alcanza las 37.5 millones de toneladas métricas, aunque algunas observaciones satelitales calculan hasta 40 millones. Esto duplicaría la cantidad registrada en 2018, el año más crítico hasta ahora.


El motivo principal del incremento se relaciona con un crecimiento desmedido de sargazo en mar abierto, vinculado al cambio climático y al exceso de nutrientes en el océano, que ha acelerado su proliferación. La doctora Brigitta I. van Tussenbroek, especialista del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM, detalló desde la unidad ubicada en Puerto Morelos, Quintana Roo, que aproximadamente el 10% de esta biomasa podría alcanzar directamente las costas caribeñas. Se estima que al menos 100 mil toneladas impacten el litoral mexicano durante el próximo año.


Julio y agosto: meses bajo alerta

Aunque la predicción de fenómenos naturales implica cierto grado de incertidumbre, los análisis más recientes apuntan a que los meses de verano, específicamente julio y agosto, podrían ser los más complicados en cuanto al arribo de esta alga flotante. Las condiciones oceánicas y meteorológicas jugarán un papel determinante: en ausencia de huracanes u otros eventos extremos, la acumulación podría intensificarse. Las proyecciones mensuales del sistema satelital operado por la Universidad del Sur de Florida permiten realizar estimaciones basadas en la ubicación y concentración de mantos algales.


Consecuencias ambientales: arrecifes en colapso y pastos marinos en retroceso

La situación preocupa especialmente a la comunidad científica debido al deterioro progresivo de los ecosistemas costeros. La bióloga Van Tussenbroek calificó la posible llegada masiva del sargazo como un “desastre total”. Según explicó, desde 2015 las entradas constantes de esta alga han modificado el equilibrio ecológico de la región. Corales debilitados por enfermedades y condiciones adversas han muerto en grandes proporciones. Además, las praderas de pastos marinos, fundamentales para conservar la arena y amortiguar el oleaje, han perdido parte de su funcionalidad debido a los cambios en la composición del agua.


La investigadora aclaró que aunque el sargazo no es el responsable directo de la muerte de los arrecifes, sí ha contribuido a su declive al intensificar el estrés ambiental. A esto se suma la disminución de la transparencia del agua, provocada por el exceso de materia orgánica, lo cual amenaza también a manglares y otras zonas costeras.


Impacto humano y económico

El arribo de grandes cantidades de sargazo no solo daña el entorno natural, también representa un riesgo para la población. Al descomponerse, esta alga libera gases como metano, amoníaco y ácido sulfhídrico, siendo este último particularmente irritante por su capacidad de esparcirse a grandes distancias. Estas emisiones pueden causar afectaciones respiratorias, sobre todo en personas vulnerables o con enfermedades crónicas.


Además, la presencia del sargazo en playas turísticas afecta gravemente la economía local. La imagen del Caribe mexicano como un destino de aguas cristalinas se ve comprometida, lo que impacta a sectores como la hotelería, el comercio y los servicios turísticos.


Acciones y desafíos para enfrentar el problema

Ante este panorama, autoridades como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), encabezada por Alicia Bárcena Ibarra, anunciaron que en colaboración con el gobierno de Quintana Roo se plantea instalar una planta para el tratamiento del sargazo. El objetivo sería recolectarlo, procesarlo y generar biogás, en conjunto con los lodos provenientes de plantas de tratamiento municipales.


Sin embargo, expertos como Van Tussenbroek advierten que las medidas actuales no son suficientes ni están debidamente articuladas. Las barreras marinas utilizadas para frenar el avance del sargazo —ubicadas entre 100 y 200 metros de la costa— son costosas, de alcance limitado y difíciles de colocar en todas las playas. Aunque han sido útiles en ciertos puntos, no resuelven el problema de raíz ni detienen la llegada masiva.


El principal reto, según la especialista, es la falta de coordinación entre los distintos niveles de gobierno, instituciones académicas y empresas. La respuesta sigue siendo fragmentada, basada en proyectos aislados, cuando la magnitud del problema exige estrategias regionales, sostenidas y con base científica.


Un alga con doble cara

El sargazo, compuesto por las especies Sargassum natans y Sargassum fluitans, no siempre fue visto como una amenaza. De hecho, esta alga flotante cumple un rol clave en alta mar. Allí forma hábitats temporales que albergan una diversidad de vida marina. Camarones, peces, moluscos, aves y tortugas jóvenes encuentran refugio en estas estructuras flotantes. Durante siglos, estas formaciones oceánicas fueron parte del paisaje marino sin generar alarma.


La investigadora de la UNAM recordó que incluso Cristóbal Colón documentó la existencia de estas algas durante sus viajes por el Atlántico. El problema surgió cuando comenzaron a llegar a tierra en grandes cantidades, fenómeno vinculado a factores como el calentamiento global, el aumento de nutrientes derivados de la actividad humana y las modificaciones en las corrientes oceánicas.


Conclusión: una amenaza que exige atención inmediata

La llegada récord de sargazo prevista para 2025 representa una crisis ambiental, sanitaria y económica que no puede subestimarse. A pesar de que esta alga cumple una función ecológica vital en mar abierto, su acumulación masiva en zonas costeras está provocando efectos negativos severos. El llamado de la comunidad científica es claro: se requiere una respuesta conjunta, sostenida y eficaz para mitigar los daños antes de que el Caribe mexicano pierda más de lo que ya ha cedido.

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