Crianza con carencias emocionales: cómo impacta en adultos y qué estrategias ayudan a sanar
- guizarnoehmi
- 20 may
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Actualizado: 20 may

La psicóloga clínica Lindsay C. Gibson expuso en una entrevista con The Mel Robbins Podcast los efectos que tiene crecer con padres emocionalmente inmaduros. Según una encuesta realizada al público del programa, el 91% de los participantes se identificó con esta experiencia, lo que revela la magnitud del tema.
¿Qué es la inmadurez emocional parental?
Gibson define a un padre emocionalmente inmaduro como alguien con dificultades para gestionar sus emociones, con tendencia al egocentrismo, incapaz de responder con empatía a las necesidades de sus hijos. Este tipo de crianza, lejos de ofrecer estabilidad, suele generar inseguridad, falta de confianza personal y dificultad para establecer relaciones sanas en la adultez.
Indicadores comunes en la infancia
Algunas señales de este estilo parental incluyen reacciones desmedidas ante situaciones cotidianas, rechazo a opiniones distintas, escasa empatía, falta de autocrítica y uso emocional de los hijos sin reciprocidad. Muchos niños se ven obligados a adaptarse constantemente para evitar conflictos o para recibir atención mínima.
Tipos de padres con inmadurez emocional
Gibson clasifica a estos padres en cuatro grupos:
Emocionales: reaccionan de forma impulsiva y cambiante; el hogar gira en torno a su estado de ánimo.
Impulsados: valoran el rendimiento por encima del vínculo afectivo, lo que puede generar una sensación de insuficiencia constante.
Pasivos: evitan enfrentar conflictos y dejan desprotegidos a sus hijos.
Rechazantes: muestran desinterés o incomodidad frente a las necesidades emocionales del hijo.
Consecuencias en la vida adulta
Los adultos que crecieron bajo este tipo de crianza tienden a sobrecargarse con responsabilidades emocionales que no les corresponden. También pueden experimentar dificultades para reconocer sus propios límites, desarrollar una autocrítica excesiva y establecer vínculos saludables.
Cómo comenzar a sanar
La psicóloga sugiere varias estrategias:
Reconocer la experiencia vivida y validarla sin minimizarla.
Marcar límites claros, sin caer en la culpa.
Usar la escritura como forma de autoconocimiento.
Cultivar la autoempatía, especialmente ante momentos de duda o exigencia.
Fortalecer el vínculo con uno mismo mediante prácticas de atención consciente y cuidado personal.
Finalmente, Gibson señala que, aunque los padres no cambien, sí es posible modificar la forma en que se les responde. La sanación no depende de ellos, sino del trabajo interno que cada persona decide emprender para vivir con mayor bienestar emocional.
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