
La producción de la icónica flor de cempasúchil, que adorna los altares del Día de Muertos en México, se enfrenta a una competencia inesperada: la venta y plantación de semillas provenientes de países como China. Esto está afectando particularmente a estados como Veracruz, uno de los mayores productores de esta flor en el país. Aunque las semillas importadas pueden parecer una opción más barata para los agricultores, están generando serios problemas que podrían afectar tanto la economía local como la tradición cultural.
En Veracruz, muchos productores han comenzado a optar por semillas chinas debido a su bajo costo. Sin embargo, estas plantas no siempre están adaptadas a las condiciones climáticas y del suelo veracruzano, lo que resulta en flores de menor calidad, con menos aroma y menos resistencia a plagas. En contraste, las variedades locales, que han sido cultivadas durante generaciones, están mejor adaptadas al entorno y son parte fundamental de la biodiversidad y el patrimonio cultural mexicano.
Además, la dependencia de estas semillas extranjeras podría poner en riesgo la producción tradicional de cempasúchil a largo plazo. Los expertos señalan que la introducción de semillas chinas puede provocar una pérdida de diversidad genética en las plantas, lo que las hace más vulnerables a enfermedades y a las condiciones climáticas adversas. Esto también podría afectar la estabilidad económica de los agricultores locales, ya que las flores cultivadas a partir de estas semillas suelen tener un menor valor en el mercado.
En respuesta a esta situación, organizaciones de agricultores en Veracruz y otras regiones de México están promoviendo la compra y el uso de semillas nacionales para proteger la producción local. Sin embargo, este esfuerzo enfrenta grandes desafíos, ya que muchos productores siguen eligiendo las semillas extranjeras por su costo más accesible, aunque esto signifique una menor calidad en la producción.
Con la cercanía del Día de Muertos, la preocupación por la calidad y la autenticidad del cempasúchil se hace cada vez más evidente. La flor, que ha sido parte esencial de las ofrendas mexicanas durante siglos, enfrenta su propia lucha en un mercado globalizado. Proteger la producción local no solo es clave para los agricultores veracruzanos, sino también para mantener vivas las tradiciones que rodean esta emblemática flor.
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