
Celia Blasina Castelán Vásquez, conocida en el ámbito artístico como Celia Castelán, nació en el puerto de Veracruz el 5 de abril de 1975. Sin embargo, su vida dio un giro cuando, a la edad de dos años, se trasladó junto a su familia a Emilio Carranza, un pintoresco pueblo costero en el norte del estado, cerca de la Playa de Lechuguillas, recientemente declarada Área Natural Protegida.
¿Cómo fue que Celia Castelán descubrió su pasión por el arte?
En este lugar, parte del municipio de Vega de Alatorre, Celia creció inmersa en un ambiente lleno de arte e inspiración, con la oportunidad de expresarse a través de un pincel. Nieta del renombrado artista veracruzano Erasmo Vázquez Lendechy, Celia narra cómo el arte se convirtió en su destino.
“Desde muy pequeña, siempre estuve explorando el dibujo y las artes plásticas, gracias a la oportunidad que tuve de compartir tiempo y acceder a los materiales en el taller de mi abuelo, en Emilio Carranza.”
Gracias a esta cercanía con el taller de su abuelo, quien fue parte del grupo “Los Fridos”, Celia empezó a explorar su talento, reflejando su mundo interior a través del dibujo y las artes plásticas.
Además, junto a su padre, Miguel Castelán Ramírez, que también fue odontólogo, Celia se dedicó a la creación de joyería utilizando materiales odontológicos, como plata paladio y cromo-cobalto modelado a la cera perdida. “Esas experiencias formaron parte de mi infancia. No tengo una formación académica en arte respaldada por una universidad, todo ha sido de manera autodidacta, aunque he tomado algunas clases, pero no de forma continua,” comparte Celia.

Recuerda haber recibido clases de Arturo Rendechy, aunque las exigencias de su carrera de Odontología en la Universidad Veracruzana le impidieron continuar con su aprendizaje. Odontóloga de profesión, pero con el arte en su corazón Después de vivir en Emilio Carranza desde los 2 hasta los 14 años, Celia se trasladó a Xalapa para cursar el bachillerato y la universidad, donde combinó su profesión con su pasión por el arte.
Junto a su prima Dafne, también artista, fundaron una línea de ropa exclusiva llamada Tuna Creaciones. Esta marca artesanal destacaba por su originalidad, ya que cada prenda, confeccionada a mano y pintada por ellas, era única, elaborada con lino español, organdí y manta hindú.
En la tienda que abrieron en la calle Altamirano, además de vender sus creaciones, ofrecían pequeños talleres de pintura en tela. Entre 2005 y 2007, su emprendimiento fue muy bien recibido, atrayendo a clientes que valoraban la exclusividad de sus diseños. Sin embargo, debido a complicaciones durante el embarazo de Celia y las responsabilidades familiares de su prima, el proyecto tuvo que concluir.
A pesar del cierre de Tuna Creaciones, Celia no abandonó el arte, continuando con la pintura de artículos decorativos como huevos de avestruz, cajas de madera, fundas para almohadas y manteles, entre otros.
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