Hace poco menos de 15 años, la vida de Bernard Muller cambió drásticamente. Antes de ser diagnosticado con ELA, este empresario holandés dirigía una compañía marítima en Róterdam, uno de los puertos más grandes de Europa. El diagnóstico de Esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neuromuscular incurable también conocida como enfermedad de Lou Gehrig, lo sumergió en la incredulidad y la desesperación. Al principio, intentó ocultar su condición, pero luego decidió que no permitiría que definiera quién era ni que borrara su identidad como emprendedor, innovador y artista.
Desde su estudio en Willemstad, una histórica localidad en los Países Bajos, Muller respondió a las preguntas de Xataka LATAM. Su hogar en esta ciudad está completamente adaptado y automatizado para mantener un alto grado de independencia.
“Mi casa está equipada con diversos dispositivos inteligentes y tecnologías de asistencia que facilitan las actividades diarias y me mantienen conectado con el mundo. Tengo un excelente equipo de cuidado 24/7 que me ayuda en mi vida diaria. Aunque mi esposa vive en Portugal y mis hijos están en Londres, mantenemos una conexión estrecha a través de la tecnología, valorando el tiempo que pasamos juntos. Agradezco el apoyo de mis seres queridos y cuidadores, quienes me ayudan a mantener mi independencia y continuar persiguiendo mis intereses.”
Antes de su diagnóstico, Muller compartía su tiempo entre dos pasiones: el mundo de las inversiones y el arte. Describe el primero como un campo “fascinante” que lo mantiene alerta, y el segundo como una excelente manera de expresar su creatividad y relajarse. “El arte siempre ha sido crucial en mi vida. Compré mi primera obra a los 17 años y todavía la conservo en mi hogar. Siempre he valorado la creatividad y la expresión a través del arte.”
Muller también ha sido un entusiasta de la tecnología. A finales de los años noventa, ya experimentaba con dispositivos de comandos de voz y fue uno de los primeros en adoptar los predecesores de los smartphones. Esta afinidad por la tecnología resultó ser extremadamente útil más adelante, y su rol como early adopter facilitó su transición.
“La tecnología es mi lienzo. Mis obras son una fusión de tecnología y creatividad, posibles gracias al seguimiento ocular y la IA. Utilizando tecnología de seguimiento ocular, interactúo con herramientas digitales y creo arte a pesar de mis limitaciones físicas. La IA me permite generar imágenes basadas en descripciones textuales, dando vida a mis ideas de maneras que los métodos tradicionales no pueden. Mis obras a menudo exploran la experiencia humana, la belleza de la vida y las luchas inherentes a la adversidad, buscando ser conmovedoras y trascendentales.”
Para asegurar que su arte sea verdaderamente suyo, Muller infunde cada pieza con elementos personales y un estilo distintivo. Aunque la IA proporciona los medios, la visión, el concepto y los toques finales son completamente suyos. Ajusta las indicaciones, refina los resultados y, a veces, combina varias versiones para lograr el efecto deseado.
Además, usa modelos personalizados para hacer que sus obras sean únicas y reflejen su perspectiva y estilo. “Este proceso garantiza que las obras no sean solo productos tecnológicos, sino verdaderos reflejos de mis pensamientos y emociones. Este toque personal y el uso de modelos personalizados hacen que cada pieza sea única y resuene con los espectadores a un nivel más profundo.” Muller considera que su experiencia se ha beneficiado del desarrollo de tecnologías que antes no estaban ampliamente disponibles. Sin embargo, espera que la integración de la IA, que aún es limitada, continúe avanzando.
“La IA tiene un potencial increíble. Puede mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes con ELA y otros tipos de discapacidades. Aunque herramientas básicas como la tecnología de seguimiento ocular son más accesibles hoy en día, las aplicaciones avanzadas de IA que realmente pueden mejorar la vida diaria aún están en desarrollo y no están disponibles para todos.”
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