
Estados Unidos está a punto de entrar en una nueva fase de tensión comercial con sus vecinos más cercanos. Howard Lutnick, secretario de Comercio de EE.UU., confirmó en una entrevista con Fox News que los aranceles a México y Canadá entrarán en vigor este martes, aunque la decisión final sobre sus niveles exactos recae en el presidente Donald Trump. Según declaraciones previas del mandatario, la cifra podría alcanzar hasta un 25% para ambos países.
Lutnick dejó claro que la situación aún es "fluida" y que Trump está evaluando qué tan estrictas serán las medidas comerciales. "El martes habrá aranceles para México y Canadá. Exactamente cuáles serán, vamos a dejar que el presidente y su equipo negocien", afirmó.
Pero no sólo Norteamérica está en la mira. China también podría enfrentar un incremento de aranceles del 10 al 20% si no pone fin al tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, según Lutnick. De hecho, Bloomberg reportó que la Casa Blanca está vinculando la política comercial con el impacto de esta droga en la crisis de salud estadounidense, utilizando como métrica clave el número de muertes por sobredosis.
Las consecuencias de estas decisiones podrían ser masivas. Según el Foro de Acción Americana, Estados Unidos depende en su totalidad de México para al menos 92 importaciones y de Canadá para 75, con un valor combinado de casi 10 mil millones de dólares. Aplicar estas tarifas podría traducirse en un impacto directo de 225 mil millones de dólares anuales para los consumidores estadounidenses, quienes absorberían el costo final de los aranceles.

Las reacciones políticas no se hicieron esperar. La presidenta Claudia Sheinbaum ha considerado imponer nuevos aranceles a China en respuesta a esta escalada comercial. Mientras tanto, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, dejó clara su postura: "Seguiremos trabajando para asegurarnos de que no haya aranceles el martes, pero si los hay, responderemos de manera fuerte, inequívoca y proporcional".
El gran interrogante es si esta medida realmente beneficiará a la economía estadounidense o si, por el contrario, podrá generar un efecto boomerang que termine afectando a las empresas y consumidores del país. Con una inflación aún latente y cadenas de suministro que apenas se recuperan, la decisión de Trump podría convertirse en una jugada arriesgada con repercusiones globales. El martes se acerca y con él, una nueva ola de incertidumbre económica.
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